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TEGUCIGALPA, HONDURAS C. A.  
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El Himno Nacional | El Escudo Nacional | La Orquídea | El Pino


ORACION DEL HONDUREÑO (FROYLAN TURCIOS)

Bendiga Dios la prodiga tierra en que nací!
Fecunden el sol y las lluvias sus campos labrantíos; florezcan sus industrias
y todas sus riquezas emplendan bajo su cielo de zafiro.
Mi corazón y mi pensamiento, en una sola voluntad, exaltarán su nombre,
en un constante esfuerzo por su cultura.
Número en acción en la conquista de sus altos valores morales,
factor permanente de la paz y del trabajo, me sumaré a sus energías;
y en el hogar, en la sociedad o en los negocios públicos,
en cualquier aspecto de mi destino,
siempre tendré presente mi obligación ineludible de contribuir a la gloria de Honduras.

Huiré del alcohol y del juego, y de todo cuanto pueda disminuir mi personalidad, para merecer el honor de mejorar entre sus hijos mejores. Respetaré sus símbolos eternos y la memoria de sus próceres
admirando a sus hombre ilustres y a todos los que sobresalgan por enaltecerla.

Y no olvidaré jamás que mi primer deber será, en todo tiempo,
defender con valor su soberanía, su integridad territorial,
su dignidad de nación independiente; prefiriendo morir mil veces antes
que ver profanado su suelo, roto su escudo, vencido su brillante pabellón.

Bendiga Dios la prodiga tierra en que nací! Libre y civilizada, agrande su poder en los tiempos y brille su nombre en las amplias conquistas de la justicia y del derecho.


“¡Patria de Aurora! ¡Patria de Piedra! No sé ni decirte la forma en que te quiero. Es casi un amor a ciegas, pero con una memoria intacta. Es como recordar tu barro o mi vestido nuevo. Es como jugar al sol con las hebras de la luz. Como ser enero en tus venas para aprender a quererte, como tener seis años para deletrear tu nombre.”

Clementina Suárez / Canto a la Encontrada Patria y su Héroe

LA BANDERA NACIONAL

Texto del Educador nacional Rafael Bardales Bueso

Durante el período colonial existieron en la provincia de Honduras, las siguientes banderas:

1. El Pabellón Real: con fondo blanco, llevando en el centro el real Escudo de Armas de España.

2. El Pendón Imperial: con fondo amarillo, figurando en el centro un águila negra con dos cabezas. En el pecho del águila estaba el Real Escudo de Armas de España.

3. El Pendón Real: formado por tres franjas horizontales: roja, amarilla, roja; en el centro aparecía un óvalo con las Armas de Castilla y de León.

Durante la República Federal de Centro América se creó el Pabellón Nacional que decretó la Asamblea Nacional Constituyente en 1823, conforme a las siguientes disposiciones:

“El pabellón nacional para los puertos y para toda clase de buques mercantes pertenecientes al Estado, lo mismo que para los enviados a naciones extranjeras, debía constar de tres franjas horizontales, azules la superior e inferior, y blanca la del centro, en la cual debía dibujarse el escudo de armas”.

“El pabellón que debían usar los buques mercantes era: el mismo con la diferencia de que en los gallardetes las fajas serían verticales sin escudo, escribiéndose en la faja blanca con letras de plata: DIOS, UNION; LIBERTAD”.

“Los cuerpos de infantería debían tener su blasón e inscripción con letras de oro, los de caballería con letras de plata; expresándose en la faja inferior el número de cada cuerpo”.

Disuelta la Federación de Centro América, Honduras continuó usando el Pabellón Nacional antes citado, hasta 1866, año en que se emitió el decreto que dice:


Decreto No.7

El presidente de la República de Honduras. A sus habitantes, sabed que el Soberano Congreso ha decretado lo siguiente:

El Congreso de la República, usando de las facultades que concede el inciso 17 del artículo 24 de la Constitución, para designar el Pabellón y el Escudo de Armas de la República,

Decreta:

Art. l. El Pabellón de la República de Honduras llevará como el de la antigua Federación Centroamericana, dos fajas azules y una blanca en medio y además un grupo de cinco estrellas azules, de cinco ángulos salientes, en el centro del campo blanco.

Art. 2. Las fajas del Pabellón serán de tres a cuatro varas de longitud y de nueve pulgadas de latitud cada una.

Art. 3. La Bandera antedicha será mercante. La de guerra llevará las mismas dimensiones y colores y, además el Escudo de Armas en el centro de la franja blanca, con las cinco estrellas bajo el mismo escudo colocadas en forma circular.

Art. 4. El escudo de Armas Nacional será el que actualmente se usa con sólo la diferencia de llevar el SOL naciente en vez del gorro frigio que hoy contiene. Dado en el Salón de Sesiones del Congreso Nacional. Comayagua, febrero 16 de 1866. Juan López, Diputado Presidente. Carlos Madrid, Diputado Secretario. Jerónimo Zelaya, Diputado Secretario.

Al Poder Ejecutivo. Por Tanto: Ejecútese. Comayagua, febrero 17 de 1866. José María Medina. El Ministerio de Relaciones Exteriores, Francisco Cruz.


Como el 16 de febrero de 1966 se cumplió el Centenario de la Bandera Nacional, se conmemoró el acontecimiento en todo el país.

En 1949 se reformó la Bandera Nacional, de conformidad con el siguiente decreto:


Decreto No.29

Considerando: que según el Decreto Legislativo- No.7 del 16 de febrero de 1866, la Bandera Nacional Mercante de Honduras consta de tres franjas horizontales, la Superior y la inferior azules y la del centro blanca, ésta con cinco estrellas azules de cinco ángulos salientes en el centro, franjas para las cuales se determinan las dimensiones de nueve pulgadas de ancho cada una, por tres o cuatro varas de largo, y que el tamaño de la Bandera, de conformidad con las medidas anotadas, resulta del todo desproporcionada e inconveniente, por lo que no se conoce una sola que responda a las exigencias legales;

Considerando: que por ser diversas las tonalidades de los colores, difieren en el color azul los distintos pabellones en uso, y que como no se determina con precisión en que deben ser colocadas las estrellas, se observa falta de uniformidad en este aspecto;

Considerando: que por ser de distintas clases los usos de la Bandera, conviene establecer para ella dimensiones variables, a- tendiéndose principalmente a la proporcionalidad; y,

Considerando: que no hay razón atendible para que se establezca diferencia entre la Bandera Mercante y la de Guerra en sus dimensiones y color.

Por tanto:

Decreta:

Reformar el Decreto Legislativo número 7 del 16 de febrero de 1866, que crea la Bandera Nacional, el cual se leerá así:

Art. 1. La Bandera Nacional de Honduras constará de tres franjas iguales y horizontales, la superior y la inferior de color azul turquesa, la del centro blanca y llevará en medio cinco estrellas de cinco ángulos salientes del mismo color azul, formando con cuatro de ellas un cuadrilongo paralelo a las franjas, siendo colocada la restante al centro del mismo cuadrilátero. El ancho del conjunto de las tres franjas deberá ser contenido dos veces en la longitud.

Art. 2. La Bandera de Guerra será del mismo ancho y longitud de la descrita en el artículo anterior con las demás condiciones que prescribe en el Artículo 1.682 de la Ordenanza Militar vigente.

Art. 3. En la Bandera Nacional Mercante no se usarán inscripciones de ninguna clase.

Art. 4. Facultar al Poder Ejecutivo para que reglamente el uso de la Bandera que se instituye.

Art. 2. El presente decreto empezará a regir diez días después de su publicación.

Dado en Tegucigalpa, D.C., en el Salón de Sesiones, a los diez y ocho días del mes de enero de mil novecientos cuarenta y nueve. Luciano Milla Cisneros, Presidente. José Máximo Gálvez, Secretario, Manuel Luna Mejía, Secretario.

Al Poder Ejecutivo. Por tanto: Ejecútese. Tegucigalpa, D.C. 18 de enero de 1949. Juan Manuel Gálvez. El Secretario de Estado en los Despachos de Gobernación, Justicia, Sanidad y Beneficencia. Julio Lozano h.


Simbolizan las franjas azules el cielo que cubre el territorio hondureño, los generosos ideales y el amor fraternal que une a los hondureños. La franja blanca representa el anhelo de paz que vive en el pueblo hondureño y la pureza de sentimientos cultiva en su corazón.

Las cinco estrellas significan el ideal de la unión de Centro América.


CANTO A LA BANDERA

Augusto C. Coello

OH!, Bandera esplendorosa,
OH!, Bandera sacrosanta...!
Cuando subes lentamente,
Cuando subes majestuosa sobre el asta
ya los besos aromados de la brisa,
te despliegas como una ala
que se tiende bajo el cielo,
temblorosa y agitada,
me imagino que de pronto
en un ímpetu iniciaras
la parábola de un verso milagro
por la comba inmensa y diáfana.
Y de pronto me fijo que es tu vuelo
como el vuelo azul de una águila
sobre nieve sempiterna
como el vuelo azul de una águila
sobre cumbres milenarias que los siglos,
que los siglos y la nieve hicieron blanca.

Tu haz cruzado los caminos de los astros
aclamada por los urras de las épicas legiones,
el estrépito feeral de la batalla,
el canglor de la victoria
y las auras estridencias de la fama.

Tú has cruzado los caminos de los astros,
a los vientos de la guerra desplegada,
por las manos del epónimo caudillo,
que en las gestas legendarias,
a galope, victoriosa por las cumbres,
o las fértiles cañadas,
frente al pasmo de los siglos escribiera,
con los rayos de su espada,
la epopeya de la Gloria y de la Patria.

Te conocen las auroras sonrosadas,
cuando en éxodos errantes
por los riscos y los páramos ondeabas,
cobijando las cabezas de los héroes
que, en falanges apretadas
y sonámbulos de sueños imprecisos,
con la planta ensangrentada,
iban siempre tras la Tierra Prometida
en la inútil ansiedad de su esperanza.

En los rojos mediodías,
a través de las ciudades domeñadas
por las calles tumultuosas,
bajo de arcos y guirnaldas,
al estruendo de los vivas
y el clamor de las campanas,
por las calles tumultuosas triunfalmente desfilabas...
En los rojos mediodías,
que el incendio de los soles abrillantaban,
resaltaban sus colores tus estrellas,
del combate entre las rojas llamaradas.

Y te han visto los crepúsculos dolientes,
de la noche frente al ara,
tras el término sangriento de la lucha
despiadada,
con los pliegues desgarrados,
desmayada y macilenta sobre el asta,
como garza adormecida,
que ha ocultado la cabeza bajo el ala.
Y al cuajarse sobre el campo los crespones
de la sombra densa y vasta,
te han dorado los reflejos mortecinos
de las trágicas ciudades incendiadas.

Cuántas veces, cuántas veces,
de retorno hacia la Patria,
todavía tembloroso y anhelante,
pleno el pecho de nostalgia,
escrutando el horizonte,
en los ojos puesta el alma,
tras el límite indeciso de la tierra,
tras el límite ondulante de las aguas,
con las ansias ardorosas de un amante,
te buscaba....
Y evocando tus colores,
en mi cálido espejismo no atinaba,
presintiéndote a lo lejos,
si era el cielo con el mar, a la distancia
confundidos,
o eras tú, Bandera mía, que en la playa,
como madre que amorosa aguarda al hijo,
me esperabas...

OH!, Bandera esplendorosa,
mi Bandera azul y blanca!
Cuando subes majestuosa sobre el asta,
y a los besos aromados de la brisa
te despliegas como una ala
que se tiende bajo el cielo,
temblorosa y agitada,
cómo ansío en mis anhelos fervorosos
que, a los vientos desplegada,
en la luz de las auroras,
o en los rayos de la tarde reflejada,
en tu vuelo al infinito,
en tu vuelo prodigioso, te elevaras
tras las cúspides más altas de la Gloria,
tras las cumbres más radiosas de la fama...

 

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