La Conferencia Especial sobre Seguridad Hemisférica,
reunió el 27 y 28 de octubre en México, a los 34 países de la OEA.
La declaración final señala: “Nuestra nueva concepción de la seguridad
en el hemisferio es de alcance multidimensional, incluye las amenazas
tradicionales y las nuevas amenazas, preocupaciones y otros desafíos
a la seguridad de los Estados”, entre las que se reconocen el terrorismo,
la delincuencia organizada transnacional, el tráfico de drogas y
armas, y el lavado de dinero. También la pobreza extrema, los desastres
naturales, el sida, el tráfico de personas y los ataques a la seguridad
cibernética.
Pero existen diferencias sustanciales entre las prioridades hemisféricas, las
regionales y las nacionales. Después de los ataques del 11 de septiembre de 2001,
Estados Unidos centró el tema de la seguridad en el terrorismo, mientras que
en América Latina, donde las instituciones democráticas se debilitan ante la
corrupción y el crimen organizado, la pobreza es uno de los problemas más graves.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), unos 220
millones de personas (43.4% de la población) vive bajo la línea de la pobreza.
Por otro lado, el impacto de la “globalización” en las distintas sociedades,
ha despertado viejas fuerzas y generado nuevos movimientos y alianzas.
Históricamente, la presencia de Estados Unidos, especialmente en Centroamérica,
ha sido proporcional a la existencia de amenazas a su seguridad, las cuales se
han transformado con el sistema internacional, de las vinculadas al comunismo
a las del terrorismo. En la región, ante etapas de crisis, Honduras se ha visto
situada en una posición estratégica vital, condición que a juzgar por la presencia
de altos representantes de Estados Unidos, parece ocupar nuevamente pero en una
dimensión mayor, en la que debe considerarse el alcance del concepto “acción
preventiva” adoptado en su nueva doctrina.
El 13 de agosto, en una gira que incluyó también a Nicaragua y El Salvador, el
Jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, Richard Myers, llegó a Honduras
en lo que se calificó como una misión de agradecimiento por el envío de tropas
a Irak y por haber adquirido el compromiso de no llevar soldados estadounidenses
ante la Corte Penal Internacional. Una vez concluida su gira por la región, el
general reveló que Nicaragua posee 2,000 misiles Sam-7, los cuales podrían terminar
en “manos equivocadas”.
Una semana después, el 20 de agosto, el Secretario de Defensa de Estados Unidos,
Donald Rumsfeld, llegó procedente de Bogotá en donde destacó los logros del Plan
Colombia. En Honduras se informó que el objetivo principal del alto funcionario
estadounidense fue agradecer el envío de tropas a Irak y elogiar los esfuerzos
en la lucha contra el narcotráfico. Pasado mes y medio, el Secretario de Estado
de Estados Unidos, Colin Powell, visita a Nicaragua y Honduras para expresar
su agradecimiento y discutir otros temas como la lucha antiterrorista y medidas
de desarrollo económico. Seguramente la elección del nuevo Secretario General
de la OEA, asunto sobre el cual divergen los respectivos intereses nacionales,
también sea tema de conversación.
Desgraciadamente, sin visión de país, sin relaciones exteriores congruentes,
sin agenda de seguridad nacional en una concepción amplia, Honduras se ha visto
imposibilitada para acordar mecanismos de cooperación en torno a temas prioritarios
en materia de seguridad nacional, como ser: el urgente implemento de la estrategia
para reducción de la pobreza, con sus implicaciones en sus relaciones con organismos
internacionales y el libre comercio. También en otros, como la recuperación de
la confianza en el principio de la buena fe en las relaciones con sus vecinos,
especialmente en lo referente a la demarcación y las armas ofensivas. Por lo
que, a pesar de los logros alcanzados en contexto hemisférico, será hasta cuando
se logre establecer una conciliación entre las diferentes agendas de los países
y regiones que el concepto de seguridad tendrá un nuevo significado para Honduras |