El Premio Nacional de los Derechos Humanos
ha sido otorgado este año al sacerdote José Andrés Tamayo, al igual
que menciones honoríficas para el Instituto Hondureño de Educación
(IHE), para la señora Manuela Zelaya, así como reconocimientos a
las empresas Vestimoda y Canal 6. El Padre Tamayo constituye un excelente
ejemplo de una voluntad inclaudicable al servicio de la comunidad,
tanto en la prédica pastoral como en la concienciación ecológica,
en el proceso arriesgando su integridad física.
La masiva marcha recientemente acaecida, desplazó a centenares de olanchanos
desde sus lugares de origen hasta la capital, venciendo la fatiga y el sol, logrando
captar la atención nacional e internacional, dramatizando tanto el desastre ambiental
como la impunidad con que actúan los depredadores del bosque, contribuyendo así este
masivo desplazamiento humano a exponer la creciente degradación de los recursos
naturales.
El IHE patrocina el programa radial “Educación por casa”, que transmite aspectos
alfabetizadores, salud y nutrición, administración y economía del hogar; doña
Manuela encabeza la Fundación Casa Ayuda, que apoya a personas discapacitadas
en programas microempresariales. Vestimoda ofrece empleo a compatriotas sordomudas,
en tanto el Canal 6 promueve la defensa de los derechos humanos.
Es alentador enterarse que aún existen personas e instituciones que no sólo buscan
el bienestar individual e institucional, sino que, simultáneamente, se proyectan,
cooperan y solidarizan con los problemas del prójimo y de la sociedad, haciéndolos
suyos, en pos del bien común, aún en tiempos de egoísmo e indiferencia como los
actuales, cuando predomina aquello de “enriquecerse o perecer”, tanto entre individuos
como entre países.
Mientras existan compatriotas y extranjeros residentes, de diversa condición
y pensamiento, que den un poco de su talento, voluntad, energía, recursos y tiempo,
en forma de voluntariado, habrá espacio para el humanismo y la fraternidad, tanto
en momentos de emergencia extrema, tal cual ocurrió hace un lustro cuando el
Mitch provocó muerte y destrucción, como en condiciones de calma relativa cuando
el hambre, el desempleo, la violencia, continúan en cotidiano ascenso.
Estos reconocimientos pueden tener un efecto multiplicador, sirviendo como estímulo
a fin de que otras mujeres, hombres, jóvenes y niños, se sumen a ese esfuerzo
meritorio hoy merecidamente laureado por la Comisión Nacional de los Derechos
Humanos. |